
Con Jesús por la mañana
Humildad en la oración. Hoy vayamos al encuentro del Señor. «El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no» (Lc 18:9-14). “El fariseo se siente justo, se siente en orden, se pavonea de esto y juzga a los demás desde lo alto de su pedestal. El publicano, por el contrario, no utiliza muchas palabras. Su oración es humilde, sobria, imbuida por la conciencia de su propia indignidad, de su propia miseria: este hombre en verdad se reconoce necesitado del perdón de Dios, de la misericordia de Dios (Papa Francisco). Busca un momento oportuno para rezar en familia con sencillez y humildad. Padrenuestro…